viernes, 29 de enero de 2016

Eduardo Dalter, Lo que sueña nuestro bailador


OH BELLO PAÍS SUPERMERCADO

                                           
“Nuestro desafío es ser el supermercado del mundo.”

En el gran supermercado, que sueña nuestro bailador
y mandatario, ¿dónde estaría el sol y dónde la bandera?

¿Dónde la gente, el pueblo, con sus oleajes y tristezas?
¿Dónde la conciencia, la memoria, y dónde la obediencia?

¿En cuál góndola?; ¿entre las latas de arvejas y los
frascos de aceitunas?; ¿o entre los detergentes en oferta?

¿Y dónde los lastimados y los desaparecidos del siglo?;
¿en la ancha playa donde se reciben las mercaderías?

¿De dónde el aire para respirar y vivir todas las horas?
¿Por dónde saldría el sol?; ¿dónde finalmente se pondría?


                                                     
Buenos Aires, enero, 2016

miércoles, 27 de enero de 2016

Carlo Bordini, En este mundo que se precipita hacia la barbarie


POEMA A TROTSKY

Y qué habrás pensado
asesinado por tus mismos hermanos
acosado por ametralladoras proletarias
un sabor dulce y amargo
un sabor de sangre en la boca
qué pudiste pensar de los hombres
si acaso habrás pensado
León Trotsky

En 1918 Trotsky era el jefe
del ejército rojo. Había tenido que organizar,
como bien se sabe, un ejército de la nada.
Había organizado una caballería compuesta por
obreros,
aprovechando el espíritu patriótico de muchos oficiales
zaristas,
organizando la acción de bandas que actuaban aisladamente,
etc. Había tenido
que ser listo, astuto, despiadado, y
previsor.
Supo que Alekhine, campeón mundial de ajedrez,
y uno de los más grandes genios, del mundo del ajedrez,
gran maestro internacional,
estaba preso en Moscú.
Fue a verlo y le propuso
que jugaran un partido.
Alekhine, atemorizado, empezó
jugando mal.
Trotsky le dijo: si pierdes,
te mando fusilar.
¿Fue la arrogancia del sátrapa
o la exaltación de la lucha
que le sugirió esta frase sin duda irónica?
¿Alekhine quería perder?
¿Acaso Trotsky quería perder?
¿Ambos querían tal vez perder?
Siempre me ha impresionado este encuentro
entre el estratega y el ajedrecista
como el partido de ajedrez entre el caballero
y la muerte
(hay una espléndida fotografía de Tito
jugando al ajedrez).
¿Trotsky quería perder?
¿Su alma judía concebía ya
el éxodo terrible?
Alekhine ganó. Poco después
fue liberado y emigró a París.
Fue campeón del mundo
desde 1927 hasta poco antes
de su muerte. Se suicidó en
1946, acusado
de colaboracionismo con los alemanes.

En mi juventud he sido
trotskista muchos años. (los años mejores). Subyugado
por el atractivo de Trotsky,
hombre derrotado.
Subyugado por esta angustia de la derrota
por este atractivo de la angustia de la derrota,
por este hombre derrotado,
doblemente derrotado,
Yo estudiante estuve subyugado.
Este hombre noble y sufrido,
y al mismo tiempo fuerte,
yo que he tenido un padre
general, y fascista, y no muy atractivo,
Fui subyugado.
Ahora te vuelvo a examinar
y me veo a mí mismo.
Tu ferocidad purificada por la muerte,
Fuiste un padre
honrado,
un ejemplo,
una figura noble,
Un guerrero
que sabe morir.
Yo que no sabía para nada qué hacer de mi vida,
elegí tu muerte
impregnada de inteligencia.
Tú, intelectual hebreo radical,
pedante,
cristalizado y deshecho en migas,
padre sufrido
nuevo Jesús y Cristo.
La fascinación del martirio
me hipnotizó estudiante.
Me fascinó el hombre tajante,
casi pirandelliano,
capaz de expresarse
con frases lapidarias,
"Ni paz ni guerra"
"Proletarios a caballo".
Como tantos también tú morías por los demás
noble caballero
también yo he comido un pedacito de ti.
Demasiado venenoso es tu alimento.
Hombre del equilibrio
siempre desplazado hacia adelante
en perpetuo movimiento
tal vez te querías caer (hacia adelante).
Y lo bueno era que tenías razón
o por lo menos en gran parte tenías razón.
Me acurruqué en tu razón, porque tenías razón,
pero total, era ya una razón derrotada, y así,
vivía en la parte de atrás de la historia, y estaba cómodo.
Nadie podía molestarme. Total tú ya estabas muerto.
Yo habría tenido que esperar todavía algunos decenios para morir
y mientras tanto aferraba la razón. Estudiante, eso decidí.
No obstante tu racionalidad radical era heroica
cómodo vivir del heroísmo ajeno. Así morí viviendo.
Luego renací. (No podía renacer si antes no moría). ¿de tu muerte
qué renace? Nada. Una sola frase, una sola
palabra,
"O socialismo o barbarie". La razón derrotada tiene su revancha.
[Revancha horrible, trágica revancha, trágica lucidez, aniquiladora
profecía. Viví sudando muerte, sabiendo lo que iba
a venir, y ahora que la barbarie
cunde, y tu optimismo precipita,
no cae tu inteligencia. Inteligencia estéril. Es verdad: o socialismo
o barbarie. La barbarie cunde,
o socialismo o barbarie. Yo lo sabía y fingiendo
optimismo revolucionario
contemplaba la catástrofe de la Historia.
Tal vez quería perder yo también, como la historia que he contado,
que no sé si será verdad,
pero me ha fascinado
Trotsky, jefe del ejército rojo, desafía al
campeón mundial de ajedrez, ambos
quieren perder, ambos pierden, terminan
trágicamente, pero qué hermoso,
qué hermoso elegir la parte del perdedor, morir por poder notarial
a través
de los demás,
suicidarse en efigie
(en ese periodo había pensado en el suicidio como posible
estrategia
de mi sentido de inutilidad)
y luego encontré el artículo de periódico que hablaba de este
partido de ajedrez
y me quedé
fascinado
ahora soy muy distinto de cuando empecé este
poema
sé muchas cosas
y tantas otras que no están escritas aquí  
en ese periodo había también una chica rubia un amor desafortunado
he jugado demasiado con los sentimientos de otros 
No es verdad: viví una situación de milenarismo,
por eso me quedé allí tanto tiempo.
en este mundo que se precipita hacia la barbarie


Carlo Bordini (Roma, Italia, 1938).
Traducción de Martha Canfield.
En “Polvo”, Lustra, Perú, 2015. 

viernes, 22 de enero de 2016

Inés Aprea, La historia se hace desde el pie


LA HISTORIA SE HACE DESDE EL PIE
(o desde los pies)


Todxs tenemos memoria porque la identidad se sustenta en una idea del pasado, una visión del presente y un proyecto de futuro. Asumir la memoria como disputa implica hacer un esfuerzo por tomar posición ante los hechos. No existe memoria sin disputa porque no existen las sociedades sin conflicto. 


La lucha de clases no es un exceso retórico sino una categoría para comprender el conflicto, haciendo visibles los intereses sociales contrapuestos. ¿Y para qué sirve la Historia? La Historia es un arma como dijo el cubano Moreno Fraginals. Un arma para disputar la memoria colectiva, para enfrentar los discursos del poder que legitiman los intereses de las clases dominantes, garantizando su hegemonía. Que hoy se imponga el mote del ñoqui y el “por algo será” para justificar los despidos, y que eso sea replicado por trabajadores/as, sean del estrato que sean (porque han logrado fragmentar nuestra clase para fragmentar también nuestra visión de las cosas) nos habla de cuán hondo caló el neoliberalismo en la cultura. El ajuste, la represión, la venta del país, los despidos, la violenta redistribución del ingreso a favor de los de arriba (ése el retroceso que estamos viviendo), todo eso está legitimado por el consenso del pueblo. Vuelve el “cada uno en lo suyo” y “sálvese quien pueda” y se estigmatiza al militante como si la militancia no fuera lo que es: dar la vida, las horas de cada quien, el propio trabajo, para organizarse y pelear por ser más libres. La libertad no es individual como impone la visión triunfante de las cosas. La libertad no es un punto de llegada, es un camino colectivo, incierto y no apto para quien no es capaz de construir con otrxs.


Se quiso ver en la construcción identitaria del kirchnerismo un “relato”, esto dicho en forma peyorativa, como algo artificioso. Todas las identidades colectivas se apoyen en un legado histórico y el kirchnerismo es una de ellas, aunque el potencial de su herencia en el futuro, como espacio político, depende menos de la unidad del peronismo que de la posibilidad histórica de poner de su lado a las y los trabajadores, que somos mucho pero muchísimo más de la mitad del país. Sos vos, soy yo, son los que viven en tu barrio y en tu ciudad, somos los que sostenemos al mundo, verdad que nunca hay que cansarse de repetir. Somos eso, ni más ni menos; pero esta verdad importa sólo si somos capaces de dejar de vernos como individuos y pisar con los propios pies las calles que caminamos, las que elegimos no caminar, la desigualdad que nos rodea y pisar el rencor y el terror que nos empujan a tener entre nosotros. El prejuicio racista brota como cloaca de los diarios. Y se replica también en boca de los dominados.


Porque el neoliberalismo también tiene su relato. Individualista, meritocrático, racista, lleno de desprecio por lo público y lo popular. Lo público es lo común; pero este nuevo “relato” impone que lo común desaparezca y que reine el interés privado. Por eso llegan al extremo insólito de prohibir el tango en la torre de Educación frente a Plaza Moreno, algo que no puede molestarle a nadie que no se haya metido “el relato” en las entrañas. 


Se impone un momento en que los sindicatos deberían preocuparse más que nunca por responder a los intereses de las y los trabajadores porque con los servicios de sus cajas no llegarán a endulzar la amargura de los que vemos peligrar nuestro laburo y todos nuestros derechos. 


Una buena campaña de los trabajadores estatales dice “mi trabajo son tus derechos”. Porque vivimos en tiempos de ofensiva revanchista, no contra un gobierno o un partido político, sino contra el avance de los derechos sociales. Los que más juntaron en estos años ahora quieren más, el negocio es exportar y endeudarnos, del estado sólo necesitan una mínima infraestructura para operar y saquear y fuerzas de seguridad bien dispuestas para reprimir la protesta social. Cosas que ya lograron desarrollar estos años. El/la trabajador/a estatal es considerado parásito, porque lo que se ataca son las políticas sociales (es decir el cumplimiento efectivo de derechos) mientras se disciplina al conjunto de los que trabajan con el terror al despido. Es cierto que las políticas sociales se pueden “administrar mejor”, gestionar mejor, pero el concepto de eficiencia del sentido común también está impregnado por la ideología dominante. Eficiencia debería ser mayor celeridad en las políticas a favor del pueblo, lo cual solamente se logra si el pueblo participa de su planeamiento y su ejecución, cosa que nuestra forma de estado no permite, salvo en pequeñas islas de autonomía que han podido desarrollar algunas organizaciones sociales que han tomado a los derechos como lo que son, programas políticos: porque los derechos se tienen si se los ejerce y quien se pone de pie para ejercer un derecho debería ser reconocido, nunca encarcelado. 


Tierra, techo, trabajo, educación, salud, respeto a la identidad, han costado y van a seguir costando sangre y sudor de los de abajo. Siempre estarán los que juzguen desde escritorios si el modo de disputarlos es correcto, adecuado, fiel al verdadero programa, acorde a los tiempos, etc., etc., etc. Lo cierto es que la memoria de esas luchas enseña muchas cosas.

Nos obliga a tomar una trinchera cuando las que se enfrentan son dos. ¿No habrá que refundar el relato, un nosotros con los pies en la tierra? Y no digo en la tierra propia, digo en esa donde el asfalto termina y nos damos cuenta cuánto nos falta para ser libres de verdad. Hacen falta mucho más que palabras y mucho más cortes de ruta para dar pelea contra lo que se impone hoy. El camino no es individual, es colectivo. El futuro es cosa seria para dejarlo en otras manos. 

domingo, 3 de enero de 2016

Gabriel Impaglione, Hay quienes ya no creen


HAN HECHO DEL PAN

Han hecho del pan
un dios destronado

Hay quienes ya no creen en él

Desde palacio se ordena reventar
esas bocas que lo nombran

Abajo corren sus tres letras
como un río furioso.




Foto: Pan en la mesa, Jmp